¿Ves, con el oro, áspero y persado
del poderoso Licas el vestido?
¿Ves el sol por sus dedos repartido,
y en círculos su fuego encarcelado?
¿Ves de inmortales cedros fabricado
techo? ¿Ves en los jaspes detenido
el peso del palacio, ennoblecido
con las telas que a Tiro han desangrado?
Pues no lo admires, y alta invidia guarda
para quien de lo poco, humildemente,
no deseando más, hace tesoro.
No creas fácil vanidad gallarda;
que con el resplandor y el lustre miente
pálida sed hidrópica del oro.
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